A medianoche

En lo alto de la montaña una solitaria mansión permanecía a oscuras y en silencio. Decían de ella que estaba encantada y que decenas de criaturas de ultratumba la habitaban. También, que cuando el sol se ocultaba salían de sus escondites secretos y se reunían alrededor del reloj de péndulo del salón principal a esperar a que llegara la medianoche. El momento en que los monstruos salían a hacer sus travesuras.

Desde el pueblo podía oírse el pesado tic-tac del reloj anunciando el paso del tiempo. Cuando la primera de las doce campanadas empezó a sonar todos los aldeanos contuvieron la respiración. Sonaron, una tras otra, densas, formando ecos en el valle. Hasta que llegó la última. Desde lo alto de la colina llegaron decenas de gritos que desgarraron la noche a una sola voz, «Feliz año nuevo», y en el pueblo supieron que aquella noche tendrían un poco de paz.

Notas - 1 nota

  1. Micaela dice:

    Me encantaría que el mundo fuera gobernado por «monstruos» como éstos, seguro que seríamos más felices.

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