El observador

Hizo un esfuerzo brutal para levantar aquella ciudad y llenarla de gente, así que cuando pensó que estaba todo listo, se retiró a descansar. Al despertar descubrió con horror y tristeza que no quedaba nada en pie. Ni siquiera había cadáveres. Simplemente había desaparecido todo y todos. Sin embargo, no perdía la esperanza. Cada día miraba por su telescopio y escuchaba por el audífono en busca de señales que indicaran que aún quedaba vida en aquel lugar.

Quizá alguien debería decirle que la ciudad se había mudado al valle de al lado.

Notas - 1 nota

  1. Micaela dice:

    Me gusta el mensaje, pues tener amplitud de miras que creen perspectivas nuevas refuerzan nuestro aprendizaje.
    Y me gusta mucho la ilustración, como siempre, Teresa, estás estupenda.

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