El mago

Se arremangó el esmoquin y enseñó las dos manos, primero las palmas, los dorsos después. Dijo, «no perdáis de vista mis manos. Es el final del espectáculo». Movió las manos a un lado y a otro, despacio al principio y poco a poco más rápido, más rápido, más rápido, hasta que sólo fueron un borrón blanco. Entonces, sin más, desaparecieron. Después desaparecieron los brazos, los hombros, el torso y las piernas. Quedó la cabeza suspendida en el aire que, sonriente, dio las gracias y también se esfumó. La ovación fue atronadora y sólo se apagó cuando fue evidente que no iba a reaparecer. 
Cuando los espectadores salieron del teatro las manos del mago, flotando en el aire, sujetaban un cartel…

Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio

Notas - 4 notas

  1. Micaela ela dice:

    Me ha encantado.

  2. Anuska dice:

    Cuánta razón!

  3. Oyros dice:

    ¿Cuanta razón al "me ha encantado" o a lo que dice el cuento?

  4. Anna dice:

    ¡Cuánta razón a las tres cosas! A lo que dice el cuento, al ingenioso narrador y a la visión sencilla e inteligente de la ilustradora. ¡Ah! me ha faltado una cuarta razón, a mí también ME ENCANTA.

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