Visita al veterinario
– Miau, miau – mulló el gato -. Miau, miau, miau. Miau.
– Dice que no tienes razón – tradujo la niña -. Que estás equivocado.
– ¿Disculpa? – se indignó el psicólogo veterinario -. Soy un profesional reputado. Tengo decenas de títulos que certifican que llevo años estudiando la forma de comportarse de los animales. Los entiendo. Sé lo que quieren y éste en particular – señaló al minino – está deprimido.
– Miau, miau, miau…
– …no estoy deprimido…
– …miau, miau, miau, miau….
– …me duelen los dientes…
– …miau, miau, miau, miau.
– …y no puedo comer. Eso es lo que ha dicho – afirmó la niña.
El veterinario se quedó mirándolos, boqueabierto.
– ¿Miau?
– Pregunta si le vas a ayudar – concluyó la niña.
El gato asintió y abrió la boca. El psicólogo veterinario miró dentro y vio cosas que arreglar. Por raro que pareciera, la niña parecía tener razón.
Notas - 1 nota
¿Qué habrá hecho la niña que lleva una tirita en la pierna?
Grandes amigos la niña y su gato azul con dolor de muelas, pobrecito.