La puerta número 18
En el número 18 de la calle Limón hay una caserón medio derruido de donde nunca han visto a nadie entrar o salir. Su puerta es nueva, de brillante madera labrada, y esconde un secreto. O al menos debe esconderlo, pues todos los vendedores a domicilio, cuando pasan por delante, se sienten irremediablemente atraídos hacia ella. Cuando la ven aparcan y se quedan de pie frente a la puerta, mirándola, sin atreverse a llamar. A veces pasan segundos, otras horas y hay quien dice que hubo alguien esperando varios días. Lo que es seguro es que en algún momento la mirilla brilla y suena un suave carraspeo seguido de un “no, gracias” desde dentro. Entonces el vendedor se da cuenta de lo que está haciendo, recoge entonces sus bártulos y sigue su camino.
Nadie sabe quién está allí o qué espera, pero lo que está claro es que no le han llevado nada que le interesara.
Notas - 3 notas
Alguien muy interesante vive en esa preciosa casa.
Yo más bien hablaría de habitar. Vivir implica muchas cosas…
Veig un habitant format, cult i exigent. Algú que no cau en la superficialitat.