Tiempo

A pesar de ser hijo de quien era le costó años de práctica aprender a controlar el tiempo. Cuando tenía prisa todo iba más lento: los trenes se retrasaban, aparecían obras en las carreteras que le obligaban a ir más lento o se ponía a llover sin parar que producían atascos y retenciones. En cambio, cuando quería recrearse en un instante y hacerlo durar, todo se aceleraba y se acababa casi inmediatamente.

Obviamente aquello no pasaba porque él así lo quisiera, pero tampoco encontraba la forma de evitarlo. Sus padres nunca llegaron a explicárselo, pues era algo que debía aprender por sí mismo. Sin embargo, un día, la solución obvia se le ocurrió. Dejaría de intentar llegar a la hora a los sitios. En su lugar, iría relajadamente antes y así ese rato pasaría más rápido, mientras que los momentos buenos los exprimiría como si fueran a acabar inmediatamente para que, de esa forma, el tiempo los alargara.

Era distinto a los anteriores pero era, al fin y al cabo, un señor del tiempo.

 

 

Notas - 4 notas

  1. Micaela ela dice:

    Estaba impaciente cuando he entrado en facebook por ver-leer vuestro cuento diario.
    Quién no os vea-lea se está perdiendo algo importante,

  2. Oyros dice:

    Gracias. Será cuestión de hacer más publicidad 🙂

  3. Oyros dice:

    Por cierto, los cuentos los solemos publicar hacia la media noche…

  4. Micaela dice:

    La medianoche, la hora mágica…

Cuentanos algo

Tu direccion de correo no sera publicada. Los campos marcados (*) son necesarios.