El Origen. Discurso para una boda de primavera

Al principio de los tiempos reinaba el Caos, todo era confusión y oscuridad. Entonces, El Gran Hacedor, cansado y aburrido por la falta de armonía cromática, dijo a la luz que despertara de su largo letargo. Y ella, obediente, dejó salir unos tímidos rayos que empezaron a disipar las tenebrosas tinieblas. A continuación, El Gran Hacedor ordenó a millones de legiones de mariposas y libélulas que recogieran las partículas amarillas de los rayos de luz y las azules gotas cristalinas de las aguas.

Estos delicados insectos con sus danzas juguetonas y en un trabajoso ir y venir colocaron aquellas microscópicas partículas en el regazo de toda la superficie de la Tierra. A primera hora del alba del día siguiente, un gran manto verde cubrió la desnudez de los campos y montañas. Los árboles, movidos por un alegre viento, mecían sus ramas agradeciendo al Hacedor el nacimiento del nuevo color: el Verde, hijo del amarillo y el azul.

Todos los animales herbívoros adoraban al neonato color, se inclinaban ante él cuando comían. Los hombres también se doblegaron ante él, cuando sembraban y recolectaban. El Verde se convirtió en esperanza de vida. Después los magos y científicos descubrieron que el verde era energía natural, era nuestra madre naturaleza y que las plantas verdes curaban y mataban.

El Verde conocedor de poseer estas virtudes, se hizo dueño y señor de la Tierra. Y tuvo muchos seguidores, los naturistas, los ecologistas y los vegetarianos.
Pero con el paso del tiempo, el Verde cambió: se volvió autoritario, dictador y exigió al hombre, entre otras cosas: Que el terreno de los campos de fútbol fueran verdes. Los campos de golf también verdes. Las mesas de ping-pon, las mesas de billar y los tapetes de las mesas de los casinos, tenían que ser verdes.
Exigió que en los hospitales los cirujanos vistiesen de verde. Las farmacias de guardia tuvieran letreros luminosos verdes.
Que en los semáforos de las ciudades, la luz verde fuera la que nos dictara cuando podemos circular.
Y hasta la Guardia Civil se vistió de verde.
Por eso en esta Boda no puede faltar el Verde.

Recuerdos

Texto: Antonio Cebrián Gil

Ilustración: Teresa Cebrián @teresacebrian

Notas - 2 notas

  1. Micaela dice:

    Hace hoy un año, el protagonista de esta historia vivió uno de los días más felices de su vida. Nos hizo reir con su ocurrente discurso el día de vuestra boda, porque Antonio era ocurrente, divertido y una gran persona. Lo estoy viendo leer «El verde» y sonrío.
    Ahora formas parte de la inmortalidad. Gracias.

    • Tere Gómez dice:

      Ahora,me emociono hasta las lágrimas, al recordar este escrito, ese día, al autor y a la entrañable familia que hoy pasa por sus horas más bajas…No se si es un consuelo, creo que sí, el hecho de tener la certeza de que fuisteis hijos y esposa de una persona excelente…un orgullo para siempre.Con toda mi admiración; Tere

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